Para mí El Faro es un buen puerto al que llegué hace poco más de dos meses
tras haber estado a la deriva
y del que parto todas las noches hacia mil lugares y personas,
hacia mil cuirosidades.
El Faro es una verbena pero también es escuela y refugio.
El Faro es una luz esencial.
El Faro es cultura.
El faro es/somos una gran familia
donde lo común nos une
y lo particular nos hace únicos.
El Faro es mi hermano dejándome dormir con él en las noches de mi infancia
cuando asustada me despertaba en mitad de la noche.
O soy yo ahora, contándole y cantándole a mi sobrina
al irse a la cama.
El Faro es el recreo al que de pequeños nos hubiera encantado
poder ir en lugar de tener que irnos a dormir.
El Faro es casa.
Es la luz del pasillo que de pequeña me dejaban por las noches encendida
para quitarme los miedos, para soñar bonito.
No es casualidad que el puerto de la ciudad donde nací y me crié y navegué
se llame Puerto de la Luz.
Gracias por ser mi Puerto de la Luz en Madrid.
(2 de julio de 2020 para El Faro)