Hay quien sueña en Madrid
con el mar sin saber que lo tiene.
Sin saber que Callao
es una playa de callaos
y la marea va y viene por la plaza de la Luna.
Y son preciosos los atardeceres
desde los acantilados del Oeste.
Y hay una gran avenida marítima
que lleva hasta el faro.
Dime, si no hay mar,
por qué iba a haber un faro en la Gran Vía.
Como también hay quien busca oro por el Arenal
y quienes sueñan con salir corriendo
por las rocas de la Montera
hasta el puerto del Kilómetro Cero
y embarcarse rumbo a otra vida.
Y aquí donde el mar, aquí donde el faro,
aquí muy cerquita tengo yo mi casa.
Su luz me baña, baña mi calle, la plaza,
la playa, el puerto, el Arenal y los acantilados.
El faro vigila y vigilia,
la noche cerrada,
la calle acallada,
las horas que rompen
contra el espigón de la madrugada.
Y yo mientras sueño despierta con otros caminos
y suena la vida y el mar en mi almohada,
la voz de un poeta me dice al oído:
caminante no hay camino,
caminante no hay camino.
Donde rompen las horas
la playa vacía,
la plaza sin luna.
el sueño encallado,
un tesoro escondido,
un faro que alumbra
las estelas del mar.
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